Transformemos la ecoansiedad en un nuevo modelo económico centrado en la naturaleza

En las últimas décadas, los modelos económicos prevalentes han tendido a pasar por alto el problema de la degradación del capital natural. Según la revisión de Dasgupta, el capital natural global per cápita ha disminuido en un 40 % durante los últimos 30 años.

 

Esta reducción subraya un desequilibrio fundamental: mientras hemos dependido en gran medida de los recursos naturales y los servicios ecosistémicos, nuestros marcos económicos no han abordado adecuadamente su disminución.

 

Las evidencias científicas actuales resaltan la urgencia de esta cuestión. La Tierra ha superado seis de los nueve límites planetarios críticos para mantener la vida, y el Informe del Estado del Clima 2023 indica extremos récord en 20 de los 35 signos vitales del planeta.

 

Además, el informe revela que 2023 ha registrado las temperaturas superficiales mensuales más altas conocidas, posiblemente las más elevadas en 100,000 años.

 

Si estas tendencias persisten, se prevé que para 2100 entre 3 y 6 mil millones de personas podrían enfrentar condiciones fuera de las regiones habitables de la Tierra.

 

Estas realidades pueden inducir un sentimiento de ecoansiedad, donde la magnitud del problema parece abrumadora. Sin embargo, reconocer esta ansiedad no implica aceptar la inacción. En cambio, representa una oportunidad para reevaluar y ajustar nuestros enfoques hacia la gestión ambiental y los modelos económicos.

 

Los recientes desarrollos reflejan una creciente conciencia y un cambio en las actitudes hacia la naturaleza. Figuras influyentes como Sir David Attenborough y Jane Goodall han liderado esfuerzos para aumentar la conciencia sobre la conservación.

 

Asimismo, los movimientos de base y las comunidades indígenas están siendo cada vez más reconocidos por su papel esencial en la gestión de la biodiversidad del planeta. Iniciativas internacionales, como la Declaración de Líderes de Glasgow de COP26, el Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal y varios acuerdos regionales, están estableciendo nuevos estándares para la responsabilidad ambiental.

 

Las políticas nacionales también están reflejando este cambio. El Esquema de Crédito Verde de India, anunciado en su presupuesto de 2023, ofrece incentivos para prácticas sostenibles. El Proyecto de Ley de Reparación de la Naturaleza de Australia busca atraer inversiones privadas en conservación y restauración. Estas medidas indican una tendencia creciente a integrar la valoración del capital natural en las políticas y prácticas económicas.

 

El sector empresarial está respondiendo a este cambio y, cada vez más, las empresas adoptan estrategias que consideran la naturaleza como parte de sus planes a largo plazo. Este enfoque proactivo refleja una integración de la naturaleza en los modelos de negocio y en los procesos de toma de decisiones.

 

Iniciativas como el Pilar Nature-Positive del Foro Económico Mundial y UpLink destacan cómo numerosas organizaciones están desarrollando soluciones innovadoras para la conservación y restauración de ecosistemas.

 

A medida que avanzamos en esta transición, es crucial evaluar si nuestros esfuerzos son adecuados y si tenemos la determinación para desafiar y transformar los sistemas socioeconómicos existentes. Está emergiendo un cambio en la percepción sobre nuestra relación con la naturaleza, subrayando la necesidad de un nuevo modelo económico enfocado en la restauración ambiental.

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