Estrés hídrico: ¿estamos cerca de agotar el agua potable?

En meses recientes, ha cobrado relevancia a nivel nacional, e incluso internacional, la crisis de agua que aqueja a la zona metropolitana de Monterrey, la urbe más poblada del norte de México. Esto como consecuencia de la alta demanda del vital líquido, aunado a las escasas lluvias que han caído en la región, lo cual ha derivado en que las presas de los alrededores estén a poco o nada de secarse por completo.

Sin embargo, esta situación no es un problema exclusivo de Nuevo León o de México. Varias regiones del mundo ya perciben los efectos de un ciclo del agua alterado por el calentamiento global, con olas de calor y sequías en países donde no solían ocurrir, así como su recrudecimiento en lugares que llevan años enfrentándola. Cómo consecuencia, existe una incertidumbre sobre los efectos inmediatos que esta problemática traería.

Ante ese panorama incierto, diversos gobiernos del mundo se han visto orillados a imponer restricciones al consumo de agua potable o racionar el suministro con el fin de garantizar el abasto. No obstante, solo son solamente medidas de contención que no solucionan el problema de manera real.

De los más de 7,700 millones de habitantes en el planeta, 2,100 millones (3 de cada 10) no tienen acceso al vital líquido, mientras que otros 844 carecen del servicio básico de agua potable. Alrededor de 4,000 millones de personas padecen escasez crítica durante un mes al año, es decir, el equivalente a dos tercios de la población mundial sufre la carencia del líquido vital.

Mientras tanto, el desperdicio queda reflejado en la gran cantidad de aguas residuales (más del 80%) vertidas en ríos y mares sin tratamiento alguno luego de su uso en actividades económicas y sociales. Esto ha propiciado la proliferación de enfermedades relacionadas con el uso de aguas no aptas para consumo humano, que anualmente le cuestan la vida a más de 361,000 niños menores de cinco años.

Las proyecciones son desalentadoras: para 2050, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) prevé que la demanda de agua aumente en un 55% respecto al año 2000. Si se mantiene la actual tendencia de consumo, para 2050 la mitad de la población sufrirá escasez. Para ese mismo año, 240 millones de personas continuarán sin acceso al vital líquido, y otros 1400 millones, sin servicios de saneamiento.

Gestionar y proteger correctamente los recursos hídricos del país y del planeta es imperativo y urgente. De otra manera, el futuro en el corto y mediano plazo vendrá cargado de problemas sociales muy serios. Nos corresponde como sociedad no solo tomar conciencia, sino también tomar acción para resarcir el daño causado a nuestro planeta.

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