La Duna, un refugio de sostenibilidad en Baja California Sur

Ubicado a lo largo de la Bahía de La Paz, La Duna Centro Ecológico se erige como un santuario de sostenibilidad en Baja California Sur. Este centro no solo ofrece un respiro de la vida moderna, sino que también representa un compromiso sólido con la educación ecológica y la conservación del medio ambiente.

 

Al acercarse a La Duna, los visitantes pronto notan que la señal celular desaparece, conectándolos de inmediato con la naturaleza en lugar de con dispositivos electrónicos. El camino serpenteante, bordeado de majestuosos cactus cardón, conduce a un refugio donde la arquitectura armoniza con el paisaje de dunas y arbustos, impulsando la experiencia única que brinda.

 

Gabriela Flores, fundadora de La Duna, ha dedicado casi dos décadas de su vida a transformar un sueño en un modelo de sostenibilidad. Motiva a la comunidad a reconectar con su entorno natural, un objetivo que emergió de su profunda preocupación por el daño que la humanidad ha infligido a la naturaleza.

 

“Mi propósito es educar sobre la importancia de cuidar el medio ambiente”, afirma, subrayando su trayectoria desde la Ciudad de México hasta su llegada a Baja California. Inspirada por sus experiencias en el movimiento ambiental y la permacultura en el norte de California, Gabriela ha convertido La Duna en un centro de investigación y educación que atrae a jóvenes y científicos interesados en aprender sobre la conservación del ecosistema costero.

 

Desafíos y oportunidades

Sin embargo, el entorno que rodea a La Duna enfrenta amenazas serias debido a la urbanización y los efectos del cambio climático. La construcción de nuevos desarrollos frente al mar ha suscitado gran preocupación entre los defensores del medio ambiente, quienes advierten sobre los riesgos relacionados con el aumento de las tormentas y el nivel del mar.

 

La falta de regulación y la ineficacia en la aplicación de leyes contribuyen a la degradación de las dunas, por lo que surge la necesidad urgente de apoyo gubernamental para proteger estos ecosistemas críticos.

 

Las dunas de arena no solo son vitales para la protección de las tierras costeras, sino que también desempeñan un papel crucial en la amortiguación de los impactos de las olas del océano. Debido a su importancia, estudios han alertado que México podría perder hasta 6,500 millones de dólares anuales por la desaparición de estos ecosistemas.

 

Una conexión inmersiva con la naturaleza

La experiencia en La Duna va más allá de las aulas; permite a los visitantes sumergirse en un estilo de vida ecológico. Las instalaciones del centro incluyen duchas al aire libre, retretes de compostaje y un uso racionado del agua.

 

Este enfoque busca minimizar el impacto ambiental, y construir una conexión más profunda con la tierra. Los visitantes se ven inmersos en un entorno que promueve el cuidado y respeto hacia la naturaleza, lo que transforma su entendimiento sobre la vida ecológica.

 

A medida que el interés por prácticas sostenibles ha crecido, especialmente desde la pandemia, especialistas como Gabriela Flores visualizan un futuro esperanzador para La Duna.

 

Con un enfoque cada vez más orientado hacia el turismo responsable, La Duna se erige no solo como un modelo de sostenibilidad, sino también como un faro de esperanza en la lucha por preservar el delicado equilibrio ambiental en

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